sábado, 26 de noviembre de 2011

- Desconfío de las sonrisas programadas.
- Desconfío de quienes repiten consignas.
- Desconfío de los halagos de los desconocidos.
- Desconfío de los que no se emocionan con un buen libro o una canción.
- Desconfío de quien se fija más en los resultados que en los medios.
- Desconfío de los que intentan impresionar solo con apariencias.
- Desconfío de quienes tienen una sola inquietud.

Y, a veces, también desconfío de mí.

Pero en ocasiones bajo la guardia, porque confiar es una de las cosas que vale la pena hacer en la vida.

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